Apenas 18 pulsaciones por minuto. Ese era el ritmo cardíaco de Ronaldo cuando ingresó de urgencia al hospital. Faltaban apenas unas horas para que Brasil jugara la final del Mundial 98 con Francia, el anfitrión, y aunque el Nº 9 se debatía entre la vida y la muerte, de manera increíble dijo presente en el césped del estadio Saint Denis.
Pasaron exactos 20 años de aquel 12 de julio de 1998. Sin embargo, la presencia de Ronaldo en aquella definición de la Copa continúa siendo un misterio. El delantero estuvo muy por debajo de su nivel, apenas toco el balón y parecía ido.
La soberbia actuación de Francia , apoyada en un inspirado Zinedine Zidane , le permitió a los galos alzar su primera, y al menos hasta el domingo, única Copa del Mundo con un categórico 3 a 0 frente al Scratch.
Pero el “caso Ronaldo” fue siempre un asunto tabú. Aunque con el paso del tiempo, algunas voces comenzaron a echar luz a tanta oscuridad. Para acallar rumores, pero más que nada para sembrar conciencia. Porque una desacertada indicación médica pudo haber provocado una tragedia.
“¡Ronaldo se muere! ¡Ronaldo se muere!”, gritó Roberto Carlos, compañero de habitación del Fenómeno en el plantel brasileño. Faltaban menos de 24 horas para el partido decisivo con Francia, y el Nº 9 estaba tirado en el suelo de su habitación, sin reacción.
“Estábamos acostados, cuando escuchamos los gritos de Roberto Carlos”, contó hace unos años Edmundo, integrante de aquel equipo. Y agregó: “Corrí a su habitación y vi a Ronaldo retorciéndose en el suelo; se golpeaba los brazos contra las piernas, y de su boca salía espuma. Hacía un ruido muy extraño, como de querer respirar y no poder. Entonces llegó Cesar Sampaio, yo agarré fuerte a Ronaldo y él le sujetó la lengua. Un segundo después llegaron los médicos”.
La desesperación fue total. El lateral izquierdo les dijo a los médicos que el atacante había sufrido un ataque epiléptico. De inmediato lo trasladaron al hospital más cercano, donde lo examinaron los neurólogos.
“Los médicos dieron por sentado que había sufrido un ataque epiléptico y le administraron un poderoso medicamento, idóneo para la epilepsia, que reduce la actividad c
erebral. Pero no para el corazón. Eso explica su juego en el partido ante Francia, y también las imágenes del jugador cayéndose por las escaleras del avión, como si estuviera borracho a su regreso a Brasil después del Mundial”, reveló hace unos años Bruno Caru, el cardiólogo que lo revisó en ese momento, en una entrevista para el programa “La tribu del calcio”.
El especialista también dio entonces un dato que paraliza: durante el episodio, el corazón de Ronaldo tuvo una actividad casi nula. “El jugador fue sometido a varias pruebas, pero como bien sabemos los médicos, un neurólogo no pierde el tiempo a la hora de hacer un electrocardiograma, cosa que hicimos (Piero) Volpi y yo, cuando Ronaldo regresó de París. El electrocardiograma que se le hizo en el hospital muestra cómo Ronaldo, una vez superada la crisis, tenía una frecuencia cardíaca de 18 pulsaciones por minuto. Esto significa que en el momento de la crisis había estado prácticamente sin actividad eléctrica y mecánica del corazón.”
Dos décadas después, el crack contó su versión de los hechos en el documentalRonaldo’s Redemption, que presentó en marzo de este año la revista inglesa Four-Four-Two: “Decidí descansar un poco después del almuerzo y lo último que recuerdo es que me iba a acostar. Me fui a la cama, después tuve una convulsión y, cuando desperté, ya estaba rodeado de otros jugadores y por el doctor Lidio Toledo. Nadie quería decirme qué estaba pasando”, narra.
Caru dio su versión de los hechos: “Ronaldo estaba en la cama siguiendo una carrera de Fórmula 1, cuando una inclinación artificial del cuello comprimió el glomus carotídeo, un órgano secretor responsable de regular el ritmo cardíaco y la presión arterial. La frecuencia cardíaca tuvo una caída que le provocó el desmayo y las convulsiones”, explicó, brindando más detalles que los informes que hasta ahora se conocían del hecho, gracias al aporte de Piero Volpi, jefe de los servicios médicos del Inter de Milán, entidad en la que se desempeñaba entonces el goleador.
En ese contexto, ¿por qué Ronaldo igual decidió jugar? Lo explica él en el documental: “todos los tests y todas las pruebas que me hicieron no mostraban nada anormal. Como si nada hubiera pasado. Poco después nos fuimos al estadio con el mensaje de (Mario) Zagallo de que yo no jugaría pese a que yo tenía el resultado de los tests que me habían hecho en la mano y el OK del doctor Toledo para que yo jugara. En el estadio me acerqué a Zagallo y le dije ‘me encuentro bien, no tengo nada. Aquí están los resultados de las pruebas, todo está bien. Yo quiero jugar’. No le di ninguna alternativa. No le quedó más remedio que aceptar mi decisión. Así que jugué la final, y posiblemente afecté a todo el equipo porque esa convulsión era de las que dan miedo, no es algo que veas todos los días. Sea como fuere, yo tenía un compromiso con mi país y no quise defraudar. Tenía mi orgullo y sentí que podía jugar. Obviamente no jugué uno de mis mejores partidos, pero estuve ahí para cumplir mi papel.
Como alguna vez dijo el Fenómeno, el resultado del partido (3-0 para los galos) fue lo que menos le importó. “Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa: la de la vida”, confesó.
Cuatro años después, en Japón/Corea del Sur 2002, Ronaldo se coronó campeón con Brasil y goleador del Mundial, con ocho tantos.