Las causas y consecuencias del surgimiento y propagación del Covid-19 (al que llamaremos Coronavirus), han venido a reafirmar el carácter interdependiente y el alto grado de comunicación existentes entre los habitantes del Planeta; circunstancia que podríamos considerar como iniciática en este siglo XXI.
En efecto, las prácticas de los vendedores del Mercado de Wuhan, de los zulúes, de los operadores de Wall Street o de aquellos que manipulan agroquímicos por citar sólo algunos ejemplos, devienen importantes a escala global, revelándonos con mayor énfasis y claridad que en siglos anteriores, el imperativo de la vecindad existente entre las personas, las ciudades, los paises y los continentes.
Así las cosas, forzoso es considerar el papel central de los organismos supranacionales, verdadera esperanza para las futuras generaciones, salvo que alguien piense suprimir los Estados Nacionales y juntamente con ellos, los derechos y garantías fundantes del Orden Occidental, para dar paso al surgimiento desembozado de un “Gendarme mundial” o cualquier disparate por el estilo.
Estos organismos supranacionales deberían comenzar por el duro aprendizaje de la defensa medioambiental, causa por demás demorada y aún negada por parte de los Gobiernos y Corporaciones actualmente poderosos.
Las soluciones y mecanismos a implementar, los cuales seguramente han de surgir una vez conjurado el peligro de la expansión del Coronavirus, deberían preservar en todo cuanto les sea posible, las llamadas libertades individuales y los DDHH, sin perjuicio de contemplar (como nunca antes) la dimensión social del ser humano y la consiguiente y ulterior responsabilidad de sus actos.
En el pasado se ha dicho: “un hombre es todos los hombres”, agregando nosotros ahora que ese y todos los demás hombres deberemos vivir, trabajar, comerciar y relacionarnos pensando y contemplando los derechos de TODOS LOS DEMÁS (INCLUÍDOS LOS DE LAS FUTURAS GENERACIONES).
No se trata aquí de discurrir en torno a las armas químicas atribuídas a Saddam Hussein o de justificar el cierre de las fronteras europeas a nacionales extraños a los países miembros de la Comunidad, sino de aceptar que la tan mentada Globalización, nos lleva necesariamente a redefinir, los alcances y efectos de conceptos tales como las nombradas fronteras, las sociedades y aún, de la forma y oportunidad en que habremos de ejercer los derechos y garantías obtenidos siglos atrás, cuando naciera la modernidad.
Hoy deseamos la continuidad de su constante expansión, razón más que suficiente para utilizar este tiempo de aislamiento en reflexionar y planificar, de manera responsable y criteriosa, cómo prevenir situaciones análogas a esta del Coronavirus, preservando también los derechos individuales y la Soberanía de los Estados Nacionales. Este y no otro, debe ser nuestro legado a las futuras generaciones, repitiendo lo hecho, a su turmo, por los “Clásicos”, cuyo ejemplo perenne nos enorgullece y compromete.

Dr. Mariano Carrillo
Actualmente preside el Partido Fe de San Vicente, fue secretario de la embajada argentina en Paraguay.